sábado, 8 de noviembre de 2008

Saladino


(Salah al-Din Yusuf; Takrit, actual Irak, 1138-Damasco, 1193) Sultán de Egipto (1171-1193) y de Siria (1174-1193). De origen kurdo, inició su carrera militar junto a su padre Ayyub y su tío Sirkuh, que servían a Nur al-Din, uno de los más importantes jefes militares de Siria. Participó en la expedición de Sirkuh a Egipto, y asumió el mando a la muerte de éste, en 1169.

La ocupación del país del Nilo puso fin al período fatimí y sirvió para realzar el prestigio de Saladino dentro de un islam aún traumatizado por la caída de Jerusalén en poder de los cruzados en 1099. A la muerte de Nur al-Din, hasta aquel momento considerado como el gran campeón del islam, Saladino supo maniobrar con destreza para apartar a sus sucesores y afianzarse en el poder en Siria.

Conseguido esto, inició la reunificación de los diferentes estados islámicos de Oriente y organizó para ello un poderoso y disciplinado ejército cuyo núcleo fundamental eran los fiables guerreros turcos y kurdos. Una vez se sintió seguro de sus fuerzas, reavivó la guerra santa y atacó al Estado de los cruzados en Palestina en 1187. Con suma habilidad estratégica, atrajo al principal ejército cruzado, el del rey Guido de Lusignan, a los Cuernos de Hattin, donde lo cercó y aniquiló.

A partir de esta victoria, las posesiones cruzadas en Tierra Santa, con inclusión de Jerusalén, fueron cayendo una tras otra. La reacción de los cristianos no se hizo esperar y se inició la Tercera Cruzada: un poderoso ejército mandado por los reyes de Francia e Inglaterra, Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León, desembarcó en Acre y sitió la ciudad. Los intentos de Saladino para socorrer Acre fueron infructuosos, y ésta fue tomada por los cristianos en 1191.

Saladino dedicó entonces sus energías a detener el avance de Ricardo Corazón de León en dirección a Jerusalén. La enconada resistencia de los musulmanes logró por último contener los progresos de los cruzados y se firmó una paz que dejaba el interior de Palestina, incluida Jerusalén, en manos de los musulmanes, si bien se aseguraba el derecho de paso de los peregrinos a esta ciudad.

Concluida la guerra, la figura de Saladino fue reverenciada, ya que se le consideró el salvador del islam. Los mismos cruzados no dudaron en resaltar su valentía y su honor.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Nikola Tesla


Smiljan, actual Croacia, 1856-Nueva York, 1943) Físico croata. Estudió en las universidades de Graz (Austria) y Praga. Después de haber trabajado en varias industrias eléctricas en París y en Budapest, se trasladó a Estados Unidos (1882), donde colaboró algún tiempo con Edison.
Fundó en Nueva York un laboratorio de investigaciones electrotécnicas, donde descubrió el principio del campo magnético rotatorio y los sistemas polifásicos de corriente alterna. En 1888 realizó el primer motor eléctrico de inducción de corriente alterna y otros muchos ingenios eléctricos, entre los cuales destaca el conocido como montaje Tesla, un transformador de radiofrecuencia en el que primario y secundario están sintonizados, de utilidad a la hora de preseleccionar la entrada de un receptor radioeléctrico.

lunes, 27 de octubre de 2008

Almanzor


(Abu Amir Muhammad ibn Abi Amir al-Mansur; Torrox, actual España, h. 938-Medinaceli, id., 1002) Hayib de Córdoba (978-1002). Descendiente de una familia árabe del Yemen establecida en la región de Algeciras desde la conquista musulmana de la península Ibérica, estudió en Córdoba y, durante el califato de al-Hakam II, ocupó importantes cargos administrativos, como los de director de la ceca (967) o intendente del ejército del general Galib (972).

En el 976, la prematura muerte de al-Hakam II situó al frente del califato de Córdoba a Hisam II, un niño de tan sólo once años, circunstancia que aprovechó Almanzor, hombre decidido y ambicioso, para hacerse con las riendas del poder. Aquel mismo año fue designado tutor del joven califa, con la ayuda de la madre de éste, Subh, una cautiva vascona que probablemente era su amante.

Dos años más tarde, en el 978, ya tras haber convertido a Hisam II en una marioneta política y postergado a personajes tan influyentes como al-Mushafí y Galib, Almanzor se hizo nombrar hayib, una especie de mayordomo de palacio o primer ministro, dignidad que le permitió ejercer una autoridad absoluta sobre todo el territorio hispanomusulmán.

Su primera decisión fue expulsar del ejército califal a la mayor parte de los mercenarios eslavos –los cuales, con el paso del tiempo, habían llegado a constituir una verdadera casta de privilegiados en la corte cordobesa– y sustituirlos por unos 20.000 beréberes, reclutados por él mismo en el norte de África, medida que le proporcionó una enorme popularidad. Así mismo, emprendió una profunda reestructuración de sus tropas con el propósito de acabar con la organización tribal de éstas, lo que era fuente de continuos conflictos, dispersando en diferentes unidades a los miembros más destacados de cada familia.

Dotado de una personalidad carismática y de un gran talento militar, entre los años 977 y 1002 llevó a cabo un total de 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, razón por la cual recibió el sobrenombre de al-Mansur (el Victorioso), con el que pasaría a la historia. De hecho, se trataba de incursiones rápidas y devastadoras, realizadas durante los meses de primavera y verano, que tenían por objeto sembrar el terror entre los habitantes de los reinos cristianos del norte peninsular. Así, por ejemplo, asoló Salamanca (977), venció a los ejércitos coligados de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las batallas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Barcelona (985), arrasó Coimbra, León y Zamora (987 y 988), asaltó Osma (990) y castigó Astorga (997).

La gesta más memorable del caudillo árabe se produjo, sin embargo, el 11 de agosto del 997, cuando destruyó Santiago de Compostela (sólo respetó el sepulcro del apóstol) y obligó a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba. Cinco años más tarde, de regreso de una expedición contra San Millán de la Cogolla, cayó enfermo y murió en Medinaceli, el 10 o el 11 de agosto de 1002.

A lo largo de su dilatado mandato, Almanzor tuvo la habilidad política de respetar el aparato califal y mantener intactas algunas de las prerrogativas de Hisam II, lo que no sólo le proporcionó un gran prestigio en vida, sino que también favoreció que, tras su muerte, el califa nombrara hayib a Abd al-Malik, su hijo predilecto, quien también se mostraría como un administrador eficiente y un inteligente jefe militar.

jueves, 23 de octubre de 2008

Abraham Linconl






1809 Nace el 12 de febrero, en Kentucky, hijo de colonos.
1832 Combate como capitán en la guerra de Halcón Negro.
1834-1841 Diputado por el Partido Whig en la cámara baja de Illinois.
1836 Comienza a ejercer la abogacía.
1837 Protesta contra las resoluciones adoptadas por la cámara baja de Illinois en lo referente al mantenimiento de la esclavitud.
1846 Elegido miembro del Congreso estadounidense (1847-1849).
1856 Ingresa en el Partido Republicano, de reciente creación.
1858 Candidato al Senado, fracasa en su elección.
1860 El Partido Republicano le nomina candidato presidencial en una plataforma de reivindicación antiesclavista. Es elegido presidente. Siete estados sureños se separan de la Unión.
1861 Creación de los Estados Confederados de América. Comienza la Guerra Civil estadounidense.
1863 Proclamación de la emancipación de los esclavos, incluso en los territorios dominados por los confederados.
1864 Reelegido presidente.
1865 Anuncia públicamente su proyecto de conceder el voto, si bien restringido, a la población negra. Tiroteado por John Wilkes Booth el 14 de abril, fallece al día siguiente en la ciudad de Washington.

lunes, 20 de octubre de 2008

Práxedes Mateo Sagasta


Nacido en el seno de una humilde familia de tradición liberal, se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela de Ingenieros de Caminos en 1842, año en el que ingresa en el Partido Progresista. Como presidente de la Junta Revolucionaria de Zamora participó activamente en la revolución de 1854, provocada por el autoritarismo manifestado por el régimen de Isabel II. Será elegido diputado a Cortes Constituyentes por Zamora, tomando parte en la fundación del periódico "La Iberia". El final del Bienio Progresista (1856) debido a la actuación de O'Donnell motivará que Sagasta se aliste en la milicia nacional, actitud que provocará su exilio en Francia donde ingresó en la Masonería.
Pese a perder su escaño en 1857 por maniobras del Ministerio de Gobernación, será uno de los escasos diputados progresistas que saldrán elegidos en las elecciones amañadas del año siguiente. Su habilidad oratoria y su violencia verbal le harán destacar en el llamado "Gobierno largo" de la Unión Progresista. El fin de la legislatura en 1863 le llevará a abandonar temporalmente la política activa para adquirir "La Iberia", que le servirá de plataforma en sus críticas al gobierno.
Desde sus altos cargos en el Partido Progresista orquestará una campaña en contra de la monarquía de Isabel II, apostando por abandonar el juego parlamentario para apoyar actos de fuerza como la fracasada sublevación de Prim en Villarejo (1865) que le llevará de nuevo al exilio, eligiendo ahora Portugal como destino. Sus intentos conspiratorios contra el régimen continuarán desde Inglaterra y Francia, participando en la intentona golpista de los sargentos de artillería del cuartel de San Gil en Madrid (22 de junio de 1866) por lo que será condenado a muerte. Con su huida a Francia evitará la pena máxima, siendo el encargado de Prim para negociar con los carlistas en Inglaterra su apoyo a una nueva sublevación.
El victorioso pronunciamiento de septiembre de 1868 acabará con la monarquía de Isabel II y llevará a Sagasta al ministerio de Gobernación, en el gobierno provisional de Serrano. Presidió las Cortes Constituyentes, siendo elegido diputado por Madrid, Zamora y Logroño. Su programa político estaría vinculado a la monarquía demócrata-liberal que recoge la Constitución de 1869. Al año siguiente se hizo cargo de la cartera de Estado durante alguno meses, apoyando la candidatura de Amadeo de Saboya como monarca.
El asesinato de Prim en diciembre de 1870 le llevará a convertirse en presidente del Consejo de Ministros con el nuevo rey. La división del Partido Radical en dos grupos enfrentados (constitucionales de Sagasta y radicales de Ruiz Zorrilla) será uno de los principales motivos de crisis que se vive en esos momentos, crisis que motivará el estallido de la Tercera Guerra Carlista y la proclamación de la I República en febrero de 1873. Sagasta abandona de nuevo la política activa.
El golpe del general Pavía en enero de 1874 pondría fin a la República y de nuevo aparece Sagasta en escena , ahora como jefe del Gobierno interino, organizando un partido liberal dinástico. De esta manera, Sagasta apoya el nuevo sistema político de la Restauración ideado por Cánovas. Un nuevo golpe de Estado permitirá a Alfonso XII ser nombrado rey de España. Sagasta acepta el sistema de turno y desarrollar los principios recogidos en la Constitución de 1876.
Como líder del Partido Fusionista será el encargado de presidir el Gobierno entre febrero de 1881 y octubre de 1883, consiguiendo que la izquierda dinástica se integre en el Partido Liberal. Su papel será clave en el diseño del sistema canovista. En esta etapa iniciará la liberalización del régimen con la reposición de los catedráticos separados por antiguos ministerios conservadores, promulgando la Ley de Policía de Imprenta.
El 25 de noviembre de 1885 la Restauración vive sus primeros momentos de crisis con el fallecimiento de Alfonso XII. La regencia queda en manos de su esposa, María Cristina de Habsburgo, embarazada y madre de dos hijas. El Pacto de El Pardo consolidó el turnismo y permitió presidir a Sagasta el primer gobierno de la regencia hasta 1890, el "gobierno largo" en el que se promulgarán importantes leyes como la de Asociaciones (1887), del Jurado (1888), la Ley de Bases para la formación del Código Civil (1888) así como la implantación del sufragio universal masculino en 1890.
En diciembre de 1891 formará de nuevo gobierno hasta marzo de 1895, momento en que el turno corresponde al Partido Conservador. Sin embargo, el sistema sufre una nueva crisis con el asesinato de Cánovas el 8 de agosto de 1897, crisis resuelta con el Gobierno puente de Azcárraga y el nuevo gobierno de Sagasta entre octubre de 1897 y febrero de 1899. Durante esta tiempo el líder liberal vivirá la guerra con Estados Unidos y la pérdida de las colonias que traerá consigo la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898. La reacción de Sagasta ante tan humillante resultado será la dimisión en febrero de 1899, haciéndose cargo de nuevo del gobierno en marzo de 1901. El Partido Liberal se sume en una profunda crisis por la sucesión de Sagasta que fallece el 5 de enero de 1903, pocos días después de haber dejado la presidencia del primer gobierno del joven Alfonso XIII.

sábado, 18 de octubre de 2008

Antonio Cánovas del Castillo Vallejo


Político español, artífice del régimen de la Restauración (Málaga, 1828 - Santa Águeda, Guipúzcoa, 1897). Licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid, las inquietudes de este joven de origen modesto se dirigieron inicialmente hacia la literatura (en la que le apadrinó su tío, el escritor Serafín Estébanez Calderón) y sobre todo hacia la historia, dedicación esta última que no abandonó ni en los momentos álgidos de su vida política; escribió notables trabajos sobre los Austrias y la decadencia española, que le valieron el ingreso en la Academia de la Historia (1860). También fue miembro de la Real Academia Española (1867), la de Ciencias Morales y Políticas (1871) y la de Bellas Artes de San Fernando (1887).

Sus inquietudes intelectuales se canalizaron, además, a través del Ateneo de Madrid, que presidió en 1870-74, 1882-84 y 1888-89. A la política llegó a través del periodismo, trabajando desde 1849 en el diario de Joaquín Francisco Pacheco, líder del grupo «puritano» que representaba el ala más conciliadora del Partido Moderado. Esa vocación centrista quedó confirmada al integrarse en la Unión Liberal, partido creado por O’Donnell para interponerse entre moderados y progresistas.

Su primera responsabilidad política fue la redacción del Manifiesto de Manzanares, que hizo públicas las posiciones de los militares participantes en la llamada «Revolución de 1854» (O’Donnell, Serrano y Dulce). Luego fue ocupando puestos políticos de importancia creciente, como los de diputado en las Cortes constituyentes de 1854-56, agente de preces en Roma, gobernador civil de Cádiz, director general de Administración Local, subsecretario de Gobernación, ministro del mismo ramo (1864) y de Ultramar (1865-66).

Su actitud ante la insurrección de los sargentos del Cuartel de San Gil (1866) le costó el destierro a Palencia, permaneciendo apartado de todo protagonismo político hasta que estalló la Revolución de 1868, que destronó a Isabel II.

Durante el Sexenio Revolucionario de 1868-74, Cánovas asumió el liderazgo de una minoría conservadora en las Cortes, señalándose en los debates contra el sufragio universal y la libertad de cultos. Atacó tanto al régimen democrático de Amadeo de Saboya como a la Primera República que le sucedió, aprovechando los fracasos de ambos ensayos para consolidar su opción de restaurar la monarquía de los Borbones, pero no en la persona de la ex reina Isabel -cuyo descrédito había provocado la revolución-, sino en la de su hijo, a quien haría reponer como rey con el nombre de Alfonso XII.

Una vez que abdicó la reina madre en el exilio (1870), Cánovas consiguió plenos poderes para dirigir la causa monárquica (1873), mientras orientaba la educación del príncipe en Inglaterra y le hacía proclamar el llamado Manifiesto de Sandhurst, en el que trazaba las líneas directrices de una futura monarquía parlamentaria, liberal y moderada, llamando en su apoyo a todos los católicos y descontentos con la situación revolucionaria desvinculados del carlismo (1874).

Fue fortaleciendo paulatinamente la causa alfonsina en medios políticos y acrecentando la viabilidad de la restauración monárquica a medida que quedaba desacreditada la opción republicana; pero, en contra de su voluntad, el general Martínez Campos se le adelantó, proclamando al rey mediante un pronunciamiento militar en Sagunto (1874). Sin embargo, por primera vez en la historia de los pronunciamientos españoles, los militares no quisieron ocupar el poder, sino poner en él a Cánovas, como líder de los partidarios de la Monarquía: el último día de aquel año, Cánovas formó un gobierno que ejercería la regencia hasta la llegada de Alfonso XII, el cual confirmó al gabinete en 1875.

viernes, 17 de octubre de 2008

Hernán Cortés

Nació de Medellín en 1485. De linaje noble, aunque no rico, estudió durante un tiempo latín, gramática y leyes en la Universidad de Salamanca, pero no llegó a graduarse. Intentó embarcar para Isla Española en la expedición de Ovando, pero un accidente sufrido en una aventura galante se lo impidió. Al cabo de dos años pudo, por fin, trasladarse a aquella, y llegó a ser escribano de la Villa de Azúa. Desde la Española partió a la conquista de la isla de Cuba a las órdenes de su pariente, Nicolás de Ovando, y de Diego Velázquez de Cuéllar. Por sus dotes personales y su arrojo supo ganarse la confianza de Diego Velázquez, que le nombró su secretario en 1511, y posteriormente alcalde de la ciudad de Santiago de Cuba, recién fundada por los españoles.

Diego Velázquez le confió una expedición a Yucatán con la misión de reconocer aquellos territorios. Sin embargo prestando oídos a quienes le prevenían contra las argucias de su ambicioso amigo y protegido le envió un emisario con la orden de abandonar el mando de la expedición. Informado con tiempo Cortés forzó la partida y el 10 de febrero de 1519 salió a la conquista de Anáhuac o México. Siguiendo la misma ruta que Grijalba, al cabo de 10 días llegó a la isla de Cozumel, donde supo atraerse a los indígenas. Prosiguió su marcha y alcanzó Tabasco, donde libró la primera batalla en suelo mexicano, derrotando a los indígenas gracias al valor de sus hombres y al espanto que los caballos, animales antes nunca vistos, infundían a los nativos.

Los tabasqueños reconocieron la sobenaría del rey de España y ofrecieron tributos a Cortés. Desde allí el extremeño marchó a San Juan de Ulúa, donde fundó Villarrica de la Vera Cruz. Fue entonces cuando tuvo noticia de la existencia de un rico y poderoso imperio, el azteca, que tenía sojuzgadas a las demás ciudades de México, y tras celebrar consejo con sus capitanes decidió marchar sobre él.

Sublevó a los totonecas de Cempoala, contra sus amos aztecas y venció en varios combates a los valientes tlaxcaltecas, quienes terminaron aceptando sus condiciones de paz y alianza. Reanudada la marcha los conquistadores se presentaron ante los muros de la ciudad sagrada de Cholula, ordenando Cortés a sus hombres y aliados indígenas el asalto y saqueo de la ciudad.

El 8 de noviembre de 1519 los conquistadores entraron en la capital azteca: Tenochtitlán, siendo recibidos por el emperador Moctezuma en persona. Fueron alojados en un gran edificio, pero, transcurridos unos días, se enteraron de una conjura azteca destinada a expulsarles de la ciudad. Tomaron prisionero al emperador, que se convirtió en el instrumento de que se valieron los españoles para mantenerse en la corte azteca.

Por culpa de Pedro de Alvarado, quien, llevado por los nervios y convencido de que los aztecas planeaban una nueva conjura, ordenó pasar a cuchillo a algunos notables del imperio durante la celebración de uno de sus ritos religiosos, millares de indígenas en actitud amenazante hostilizaron a los españoles. El envío de Moctezuma por parte de Cortés para que calmara a su pueblo no surtió efecto (Moctezuma murió en el intento) y el conquistador decidió buscar la salvación en la huida. No obstante, la maniobra fue descubierta y los mexicanos atacaron a los fugitivos, muriendo muchos de ellos: aquella sangrienta retirada es recordada en los anales de la historia con el nombre de "la noche triste".

Cortés consiguió rehacer su ejército y en octubre del mismo año inició su segunda marcha sobre México. Tras un largo sitio y una sangriente lucha cuerpo a cuerpo, calle por calle, casa por casa, el nuevo jefe azteca Guatemotzin, fue capturado y Tenochtitlán cayó definitivamente.

Cortés fue nombrado capitán general y gobernador de Nueva España. Envió exploraciones que incorporaron al imperio los territorios de Guatemala y Honduras.

Acusado de varios cargos por los enviados del rey, fue desposeído de sus títulos y obligado a regresar a España en 1528. Carlos I le recibió con honores y le nombró marqués del valle de Oaxaca, pero sin atribuirle funciones gubernativas. Limitado en sus poderes Cortés regresó a México en 1530, exploró la costa del Pacífico y descubrió las costas de la Baja California en 1536. Regresó definitivamente a España en 1540, y deseoso de recobrar el favor de Carlos I siguió al emperador en su expedición a Argel. En el naufragio que sufrió en esta aventura perdió la mayor parte de sus bienes, y tras ello todavía languideció en la corte durante seis años esperando el reconocimiento de sus reclamaciones. Siguió viviendo con cierto desahogo durante unos años hasta que, amargado y decepcionado, murió en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547. Trasladados sus restos a los conventos franciscanos de Tezcuco (1562) y Ciudad de México, desaparecieron en el año 1823 de este último lugar.

Hernán Cortés fue un escritor de estilo fácil y vivaz, hasta el punto que sus cartas y descripciones le hacen acreedor a figurar en un primer término entre los cronistas de la epopeya americana. las cartas reunidas en este volumen conforman una relación de la conquista de México, realizada por Hernán Cortés y sus hombres. Tomadas de un códice de la Biblioteca Imperial de Viena, estas larguísimas cartas, enviadas por el autor a sus reyes, recogen una de las más trascendentales epopeyas de la historia de la humanidad.